"SUPERPOSICIONES"

"Sensaciones"

El drama del trazo y del color

Las pinceladas subyacen bajo lo irremediable sin que lo irremediable pueda ser remediado, donde las tendencias informalistas se apoyan sobre una lucidez elemental, un trazo cubierto de trazos abigarrados por composiciones cromáticas que alejan de la expresividad desentendida, alejándose de la iconografía y desmitificando la imposición de las formas.

La pintora recoge la tradición del expresionismo abstracto y el informalismo centroeuropeo, en los que introduce sus propios esquemas que sugieren nuevos significados sin que nunca podamos llegar a precisar aquello que titula. Síntesis del trazo y del equilibrio formal, accidentalidad intencionada que se destaca a partir de elementos expresionistas que contrastan, marcando un ritmo de movimientos contenidos. La capacidad dinámica se congela de forma instantánea y llueve desatada sobre el soporte, rescatando al azar melodías que devuelven su carga semántica.

El motivo construye la imagen de un contenido fuertemente dramático, en la que su expresión parece exorcizada llevándola hasta sus últimas consecuencias: La fuente del diálogo entre las formas en las que descubrimos a una autora que disfrua marcando el contrapunto, eliminando el desgaste, disfrutando en los senderos perdidos que nos llevan a todas partes, lugar y motivo de inquietud. La utilización de los colores planos y el uso de la pintura acrílica sin motivos aparentes dotan a estas obras de una fuerte personalidad. Repeticiones y series contribuyen a concebirlas como variaciones sobre el mundo personal e íntimo a la vez que maravilloso, que atenta contra el principio de normalidad y desquicia la formalidad "políticamente correcta" que estamos acostumbrados a observar en nuestro entorno.

Su pintura se basa en un gesto que no admite arrepentimientos, es un gesto de liberación personal, un gesto automático; pero bien pensado, en el que se manifiesta el yo más íntimo de la autora que inunda y cubre la superficie del cuadro. Más formalista, lo que importa de su gesto no es su vibración sino más bien lo que resulta del estado de ánimo del momento: la dimensión del trazo, su transparencia, su opacidad, su emplazamiento en la tela, su situación en relación con los otros rasgos o trazos pintados y que cambian por su presencia.

Exagerada en el gesto, esencial en las formas y violenta en la elección y la aplicación de los colores, Marta García está convencida de que pintar es el mejor de los actos humanos. Se define en busca del arte tal como era en sus orígenes, a grandes trazos, sugiriendo una armonía o un contraste universal que quizá sólo es posible en el arte.

Jaime Rodríguez