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LA OBRA DE MANUEL DEL BUSTO EN GIJÓN

El Gijón de Manuel del Busto

El hecho de que Manuel del Busto Delgado residiese en Gijón durante casi 45 de los 50 años en los que desarrolló su vida profesional no fue accidental.

La ciudad precisó, hace ahora un siglo, profesionales versátiles y capaces de cubrir las necesidades de quienes, bien retornados con fortuna de ultramar bien partícipes de los beneficios de una heterogénea industria local, demandaban una arquitectura de firma, vigorosa e innovadora como imagen más representativa de su estatus social.

Busto, por su parte, encontró un campo de cultivo idóneo para desarrollar plenamente una asombrosa capacidad ecléctica que le permitirá trabajar, incluso simultáneamente, con total maestría las distintas corrientes arquitectónicas que se suceden entre 1900 y 1950 alcanzando, rápidamente, gran fama a nivel local y regional. Por tanto la relación entre Gijón y Busto nunca pudo ser más fructífera.

El resultado fue que una ciudad monumentalmente pobre como la nuestra comenzó a contar con una serie de hitos arquitectónicos producidos por una serie de notables profesionales de entre los que Manuel del Busto destaca con carácter propio, aunque por desgracia los avatares del siglo que ahora finaliza conllevaron sentidas pérdidas dentro de este patrimonio.

Pero circunstancias favorables aparte, el éxito de Manuel del Busto no hubiese sido posible sin contar con tres características esenciales que le identifican: su notable esfuerzo por conocer las nuevas tendencias producidas en este periodo, la rapidez con que estas son asimiladas y reinterpretadas junto, finalmente, al acierto en utilizarlas de acuerdo con las necesidades del cliente. Esta suma originará, en numerosas ocasiones, conjuntos con una calidad estética singular.

Y esta fue la clave de su éxito. Ambos factores, capacidad y esfuerzo, se unieron a la demanda antes citada dando como resultado una carrera profesional que, a poco más de una década de su comienzo, contaba ya con un especial renombre que, además, se mantendrá ininterrumpidamente durante cinco décadas.

En este punto es preciso determinar que parte de este éxito está vinculado a la actividad conjunta con otro profesional, Juan Manuel del Busto González, constituyendo ambos, desde 1930, un de los equipos más fructíferos de los conocidos en nuestra región.

Definidos los protagonistas de esta exposición (Busto padre e hijo y Gijón) queda finalmente por advertir que la presente muestra tiene una intencionalidad concreta:

Por un lado recordar a quienes soñaron e hicieron realidad parte de la ciudad que hoy conocemos, por otro utilizar estas obras como medio para poder llevar al público en general una comprensión de la diversidad estilística que caracteriza a la arquitectura de la primera mitad de este siglo, factor que es aquí posible gracias a la labor de estos profesionales ya recurriendo a sus realizaciones en nuestra ciudad, sin querer decir por ello que sean las únicas mencionables, es posible realizar un completo seguimiento de todo este periodo. En suma esta intencionalidad sólo prentende llamar la atención del visitante sobre unas obras aún en parte al alcance de la vista y del disfrute directo lo que se traducirá, esperamos, en su mejor comprensión y, por tanto, en su revalorización presente y en su conservación futura.

Gijón, abril de 1999

Héctor Blanco González, Comisario de la Muestra

 

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