TIERRA Y ACEITE

Tierra y Aceite

El calificativo de obra gráfica se confundió durante mucho tiempo con el de obra menor, ya no por su valor comercial sino por su valor artístico. Se quiso mostrar como apósito de las grandes artes, suplementariedad de momentos menos graciosos de genialidades artísticas, o simples recursos apuntísticos para futuras obras. Afortunadamente el tiempo y la irreverencia se han encargado de demostrar lo contrario, situándola en una posición diametralmente opuesta a la de su origen.

Bien es verdad que quizá se hayan dejado cosas por el camino; pero toda transformación tiene su precio. El hecho no significa amputación, todo lo contrario, la técnica se deja empujar por caminos diferentes, más valientes. La Calidad es lo importante, antes la técnica reinaba incontestable sobre el mensaje (excepto en geniales excepciones) ahora ambas comienzan a llegar a un equilibrio.

Al fin y al cabo la obra gráfica continúa requiriendo una serie de conocimientos técnicos irremplazables; como el resto de las artes, cosa que parece olvidarse con alguna facilidad.

Otty entiende toda esta arenga, o al menos su obra de manera muy consciente. Pero hay libertad y respeto como el que una madre da a su hijo, del que se preocupa por enseñarle la dirección pero no el camino, el sentido queda en el albedrío de las equivocaciones y los aciertos acumulados por el descurrir del tiempo. Su trabajo se pasea por los mismos prados y se deja perder por los mismos senderos, industriales y urbanos, que pueblan su entorno y el de nosotros. Podría decirse que deriva en un sabido acto de inconsciencia recogiendo todo aquello que le aporta cosas por el camino, incorporándolo a un lenguaje que comienza a ser propio, unívoco e identificable con la propia artista.

Se adivina un gusto por lo arqueológico que aún es solamente viejo y no antiguo invitando a la memoria de lo olvidado, a lo reconocible como nuestro. No hay fábulas, tan sólo muestra y transformación en un particular proceso de copiar y pegar, una especie de Ready-Made gráfico.

La valentía necesaria para una primera exposición, el trabajo concienzudo y paciente de quien se exige mucho, la autocrítica y las equivocaciones, y los aciertos en un recorrido que ahora se adivina largo y tentadoramente interesante.

Eduardo Guerra