"DESIERTO"

"DESIERTO"

Toda pasa, todo cambia, nada permanece. Pero de alguna manera todo deja una huella por pequeña que esta sea. Un lugar fascinante para observar este fenómeno es el desierto.

Las partículas de arena que un día fueron una dura roca, hoy deambulan a merced del capricho del viento moldeando formas y paisajes. Esqueletos de animales arcaicos, troncos de árboles petrificados por el efecto de la sílice, conchas marinas y restos de coral son fósiles vivientes que nos dicen que en otra época todo fue distinto.

Su grandiosidad y belleza siempre han ejercido en nosotros una atracción magnética irresistible, de tal manera que algunos lo han elegido como lugar ideal, bien para hablar con Dios, bien para meditar o bien para buscar aventuras y encontrarse a sí mismos.

Ese sentimiento que nos hace sentir pequeños y frente a tanta inmensidad no es nada comparado con la crueldad de sobrevivir diariamente en un lugar donde el sol te abrasa la piel, el viento te golpea la cara con los granos de arena, el frío hace de las noches cristales y donde la naturaleza raras veces ofrece sus bienes más preciados. Es uno de esos sitios a los que estás deseando ir pero cuando estás allí deseas regresar.

Las gentes sencilla, que se debaten entre la tradición y la modernidad, nos dicen a través de la ventana de sus ojos que también tienen sentimientos y nos hablan de la esperanza y la incertidumbre que les produce el futuro. Son los últimos nómadas.

Francisco Mielgo Martín