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Retratos Manuales

Es curioso: lo manual, que en otras épocas se contraponía a lo intelectual, ha pasado a ser desde hace tiempo antónimo de lo automático, es decir, lo manual es ahora precisamente aquello que se hace con cabeza, aquello que no queremos fiar a un programa preestablecido, a una pauta que tal vez no se ajusta a lo que realmente queremos. Cuando pretendemos hacer algo propio, algo que nos defina desde la verdad de lo que somos, recurrimos a las manos: así lo manual, y por ende su producto, lo palpable, es también y sobre todo aquello que sale del corazón. Es cierto que en la mirada, y en el rostro que la enmarca, se quintaesencia el retrato, pero la mirada se puede entrenar para la seducción, para el engaño. Las manos en cambio hablan sin tapujos. Al menos así lo hacen las manos que nos tiende la cámara de Manuel iglesias: no son las manos que escriben, o que pintan, o que esculpen, o que cocinan, no son manos que dejan huella, aunque sin duda la dejen, sino manos en las cuales de algún modo queda impreso el rastro de las palabras, de los pigmentos, de la piedra, de la harina. De ahí que sea posible leer la vida en estas manos sin necesidad de recurrir a quiromancias. Y porque el fotógrafo además no se conforma y busca más allá de la mano, su gesto, la acción suya como un signo donde lo importante no es tanto el qué sino el cómo: es la manera de señalar, de agarrar, de sostener, de reposar, la que da la medida de la hondura mejor aún que la profundidad de una mirada. Por eso, el hecho de que todas estas manos pertenezcan a personas relevantes tal vez sea lo menos relevante de todo. Termina importando más lo que hay en común que lo que diferencia, y así sorprendemos con las manos en la masa igual al ceramista que al cocinero, o nos desvela su posible vocación de músico el ciclista, y el músico su tendencia a la escalada, mientras descubrimos que el escalador y el escultor sufren del mismo mal de amor hacia la piedra. De la mano de Manuel iglesias el ídolo del deporte, el líder político, el cantante de fama, el artista condecorado, devienen cercanos, familiares casi, y es que el fotógrafo ha de ser antes que nada experto en cercanías, especialista en estrechar no solo manos sino sobre todo distancias. En la era de lo virtual estos Retratos Manuales se imponen con la certeza de lo material, de lo que sale de la cabeza y del corazón.

José Manuel Lozano

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